27 julio, 2024

Amaya y nuestra historia

eduardospor eduardos

 Peña Amaya, una plataforma caliza aislada de 1.377 m. de altitud en su punto más elevado, fortaleza natural que se levanta unos 500 m sobre la meseta que la rodea. Este singular paisaje está localizado en el noroeste de la actual provincia de Burgos, en la denominada comarca de las “loras”, pues así se llama a las estructuras rocosas, estrechas y alargadas, como la Peña Amaya, que caracterizan el paisaje de la zona.

Estas alturas peñascosas aparecen a finales de la Era Primaria o principios de la Secundaria, es decir, hace más de doscientos millones de años. El “labrado” de las rocas pudo ser, además del efecto de la erosión, consecuencia del deshielo de los glaciares, que asimismo pulieron los cantos rodados que se encuentran en los llanos del Sur. También abundan los fósiles de origen marítimo (belemnites, ammonites, erizos de mar, conchas, caracoles, etc.)

Aunque geográficamente Amaya no está incluida en la comunidad de Valdehumada, históricamente tenemos un origen común según se desprende de los datos recogidos en los documentos y trabajos de investigación realizados.

Efectivamente, todo parece indicar que nuestros antepasados fueron cántabros, un conjunto de antiguos clanes o tribus: los salaenos, orgenomescos, avariginos, blendios y coniscos en el litoral, concanos, coniacos, plentusios, tamáricos, vadinienses y vellicos en el interior.

Habitaba en el norte de la península ibérica y cuyo territorio se extendía en tiempos de las Guerras Cántabras a la práctica totalidad de la comunidad autónoma de Cantabria, el norte de la provincia de Burgos y de Palencia, el noreste de la provincia de León, el este del Principado de Asturias y la parte más occidental de Vizcaya. Una de sus ciudades  principales Amaya pues desde antiguo fue centro de reunión de los caudillos de las tribus cántabras para tomar decisiones conjuntas sobre todo a la hora de iniciar incursiones bélicas con los pueblos limítrofes o de defenderse de los pueblos invasores, primero los romanos  y después los visigodos.

1.- PRIMEROS POBLADORES DE AMAYA

La población que habitaba la meseta y la zona montañosa antes de la llegada de los romanos era de origen celta en su mayoría. Habían venido en oleadas procedentes de más allá de los Pirineos, sobre todo en el s. VIII antes de Cristo.

Trajeron su lengua, una agricultura de cereales de secano, una ganadería bastante desarrollada, así como un  buen conocimiento del uso del hierro.

Los cántabros eran un pueblo guerrero que desde el mar Cantábrico tenía sus últimas fronteras en la ladera sur de la Peña Amaya.

Encima del Peñón estaba ubicado el Castillo. De él sólo quedan unos muros en su entrada sur. En lo más alto estaba el recinto o patio central y a sus alrededores se ven restos de edificaciones.

Amaya no tiene una fecha fija de fundación, pero con cierta seguridad podemos afirmar que ya existía entre los años 300 y 200 antes de Cristo. El celtismo del poblado lo prueba el nombre AMAIA, que en el lenguaje euskero-celta significa “confín”, “frontera”, “fortaleza”, “altura”.

Los cántabros fueron un pueblo muy sobrio conseguían su comida cazando y recolectando escasos cereales (trigo y cebada) y bellotas de las encinas que dejaban secar.

Cuando escaseaba el alimento se dedicaban al pillaje robando a los Turmódigos, sus vecinos del sur, que eran gente pacífica dedicada a la agricultura y a la ganadería, especialmente ovejas.

J. Abásolo en su obra Carta Arqueológica de la Provincia de Burgos. Partidos de Castrojeriz y Villadiego afirma que en los términos de La Peña y El Castillo pueden reconocerse las huellas de un importante núcleo de población que abarca desde la Edad del Bronce hasta la Edad Media.

Resultado de los trabajos de investigación se han localizado dos fragmentos de vaso campaniforme, objetos de hierro y bronce (entre ellos una espada de lengua de carpa) y unas estelas funerarias de epigrafía romana.

2.- AMAYA PATRICIA

En el año 218 a.C. comienza la conquista de Hispania por parte de Roma. Después de casi 200 años España estaba bajo el dominio de Roma, excepto los pueblos astur y cántabro. Los romanos hartos de las incursiones estos pueblos montañeses sobre sus vecinos deciden conquistarlos.

El emperador Octavio Augusto viene a España y planea la primera guerra contra los cántabros. El año 29 a. C. viene a Segisama (Sasamón), capital de los turmódigos y aliada de Roma desde hacía años. En Sasamón establece su campamento. Desde allí dirige una de sus legiones, la legión IV Macedonia, hacia Amaya. Desde Sasamón va a Castrorruyo, entre Tapia y Sandoval, cruza el Odra y sigue la calzada que va a Amaya por los campos de Sandoval, Guadilla y Sotresgudo, acercándose hasta Amaya.

No les fue fácil a los romanos llegar a Amaya a pesar de su ejército muy superior al de los cántabros que valiéndose de su astucia practicaban una guerra de guerrillas contra los romanos. Durante una década, con mucho esfuerzo y bastantes pérdidas conquistaron a Amaya encontrándola vacía ya que sus pobladores se habían refugiado en el castillo que los romanos cercaron. Este cerco y el hambre, por falta de víveres, fue el fin de los habitantes de Amaya, muchos de los cuales prefirieron el suicidio antes que caer en manos de los romanos.

Octavio Augusto que, casi seguro, estuvo en Amaya, impuso su ley a los que a los que sobrevivieron, los más jóvenes eran llevados como esclavos y a las personas mayores y a los niños les obliga a construir otro poblado bajo la Peña. Este poblado,  Vicus Agricola (pueblo o barrio agrícola), recibió en épocas posteriores el nombre de San Juan y es la actual Amaya. La guarnición romana que dejó Octavio Augusto, ocupó la primitiva Amaya.

Durante cuatro siglos Amaya fue un lugar pacífico. Su lugar estratégico le permitía controlar la entrada a Cantabria. En ella vivieron familias bastante adineradas y de cierta nobleza que vivían de los impuestos que cobraban a los pueblos vecinos. Es en esta época donde se añade a Amaya el sobrenombre de Patricia.

A partir de la dominación romana Amaya estuvo bien comunicada. Además de la calzada ya mencionada Sasamón – Amaya había otra que iba a Humada que se juntaba con la que desde Sandoval pasaba por los Ordejones. Otra iba al actual Melgar, pasando por los actuales pueblos de Sotresgudo, Barrio, Quintanilla, tierras de Guadilla de Santa María Ananúñez. Esta vía desde Melgar llegaba a Clunia. En la actualidad se llama Camino Real o de los Asturianos.

3.- LA AMAYA VISIGODA

La dominación romana fue tranquila y fructífera para Amaya. Siguió fortificado su castillo, la ciudad prerromana la habitó la guarnición romana y el pueblo llano vivía en el “Vicus Agricola” ya mencionado.

Después de un periodo de paz, en el s. V una serie de pueblos, llamados bárbaros o extranjeros, comienzan la invasión de Hispania. En esta guerra por el poder sale beneficiado el pueblo visigodo cuyo rey Leovigildo, hacia el año 581,  ataca y somete a los suevos que se habían establecido en Cantabria, instituyendo el Ducado de Cantabria dependiente del reino visigodo de Toledo, fijando su capital en Amaya.

Es en esta época cuando Amaya alcanza su máximo esplendor pues Leovigildo la constituye en plaza fuerte y centro militar de primer orden para vigilar y frenar los levantamientos y las incursiones de los insumidos cántabros hacia la meseta. Después de dominarlos arrasa su territorio, dejando una guarnición en Amaya pues el grueso de su ejército lo estableció en Herrera de Pisuerga.  

Es posible, asimismo, que Amaya fuera el centro administrativo de todo el norte hasta la invasión musulmana

Nota: Algunos historiadores opinan que el Ducado de  Amaya de Leovigildo no ocupaba los territorios reflejados en el mapa..

4.- AMAYA MUSULMANA

Después de otros dos siglos de paz visigoda un nuevo pueblo viene a romper la tranquilidad en Amaya. Fue el pueblo musulmán. Las desavenencias de los reyes visigodos fueron el origen de su entrada en España.

Sabedores de la importancia de Amaya como puerta de acceso a Cantabria no dudan en adueñarse de ella. En el año 711, ante la expansión islámica que inician los musulmanes de Tarik por el sur de la península ibérica, parte de la nobleza visigoda, residente en Toledo, se refugia en Amaya.

En el año 712 el propio Tarik, al mando de una columna musulmana llega hasta Amaya y la ocupa. Al poco tiempo la abandona y va a Talavera a reunirse con su primo Muza y es entonces cuando los cántabros, una vez más, se sublevan y recuperan Amaya.

En el año 714, Muza es quien se dispone a conquistarla. La nobleza allí refugiada no pudo hacer nada ya que Muza sitia la ciudad y la falta de víveres será la causa de su rendición. En escritos árabes se lee; “hallaron grandes riquezas y causaron en ella gran destrozo”.

Amaya fue destruida e incendiada tras una tenaz resistencia. Los musulmanes avanzan en su conquista llegando hasta Asturias pero luego aparecen dos focos de resistencia cristiana: uno en la zona de Liébana, con Pelayo como caudillo y otro en la zona de Amaya, en su parte norte, con Pedro, duque de Cantabria. El foco occidental es el inicio del reino de Asturias y el de Amaya la continuidad de la rebeldía cántabra.

En el año 750, el rey cristiano Alfonso I, conquistó, entre otras, Amaya, abandonándola inmediatamente. Alfonso I, hijo de Pedro, duque que Cantabria y rey desde el año 739 se casó con Hermenesinda, hija de D. Pelayo, significando la unión de ambos territorios y el principio de la reconquista hacia el año 749.

Durante estos diez primeros años de reinado consolida el sur de Cantabria (probablemente fue aquí y en esta época donde se construyeron los primeros castillos, que dieron el nombre a Castilla. Amaya y Mave figuran, entre otras, como las plazas fuertes tomadas por los montañeses en la extensa campaña que Alfonso I llevó a cabo despoblando una amplia zona entre los ríos Duero y Ebro.

Cuentan los historiadores que fue precisamente en la peña de Amaya donde los reconquistadores cristianos, al contemplar la inmensa meseta  que se abría frente a sus ojos atisbaron, por primera vez, la amplitud de la misión histórica que les aguardaba.

5.- REPOBLACIÓN DE AMAYA

En el año 860 el conde Rodrigo, por encargo del rey astur, Ordoño I conquista Amaya a los árabes, la repuebla, la fortifica y se hace cargo, como gobernador de su territorio erigiéndola como Capital por lo menos, durante los seis años que duró su reinado. De estos tiempos sería el dicho de: “Harto era Castilla, pequeño rincón, cuando Amaya era cabeza e Fitero mojón”.

Amaya dejó de ser cabecera de una gran región visigoda para serlo de una comarca o alfoz, iniciándose una repoblación con una mezcolanza de pueblos: vascos, cántabros, godos, hispanorromanos, mozárabes.

Los nuevos habitantes, aunque tributarios del conde Rodrigo, eran dueños de sus terrenos.

6.- AMAYA MEDIEVAL

Condes y señores

A partir de entonces reinaron en Amaya varios condes soberanos

En los primeros años del s. X gobernaba Amaya Nuño Fernández, conde de Castilla y de Burgos del 920 la 926

Otro conde de Amaya fue Nuño Álvarez, hermano de Rodrigo Álvarez, que era abuelo materno del Cid Campeador.

En el Cartulario de Aguilar, año 1083, se habla de Diego Rodríguez como tenedor (persona encargada de los víveres para su pronta distribución) de Amaya y era su merino (juez puesto por el Rey en algún territorio, en donde tiene jurisdicción) Alvar Diez de Zarzosa.

En el año 1182 el conde D. Fernando de Lara dominaba Amaya y Ordejón.

El castillo de Amaya se cuenta, en el año 1.217, entre las fortalezas del Conde D. Álvaro de Lara.

El año 1.343, Amaya era Señorío de López Díaz de Rojas y los vecinos de S. Juan, actual Amaya, eran vasallos de Ruiz Gutiérrez de Quexada y de Martín Alfonso de Aniellas.

De tanto conde y tanto señor va a nacer una sociedad nueva que era la de los peones. Éstos defienden y ayudan a sus señores pero no conviven con ellos. Se crea un poblado para los peones, que en el caso de Amaya no es otro que Peones de Amaya.

7.- FUERO DE AMAYA

Don Sancho IV, rey de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarve, vi una carta del rey Alfonso VIII, mi bisabuelo, e confirmada del rey D. Fernando I, mi padre, fecha de esta guisa:

1.- Por facer bien y merced a vos el Concejo e homes buenos de Amaya, tenemos por bien que hayades de aquí adelante el fuero e albedrío e Alcaldes ordinarios e Merinos e Escribanos públicos e otros oficiales según que en otras ciudades, villas e lugares lo han.

2.- E por esta nuestra carta vos damos poder cumplido a vos el dicho Concejo e homes buenos de Amaya para que pongades en cada año Alcaldes e Merinos e Escribanos e otros oficiales, e usar con ellos e non con otros algunos así como con los Alcaldes e jueces de mi Corte, e sean homes idóneos y pertenecientes para usar de los Bichos oficios, para que puedan juzgar, así en los pleitos ceviles como en los creminales, e para que por Nos en nuestro nombre guarden todo nuestro servicio e nuestro señorío, e cada uno de los que ante ellos parescieren su derecho.

3.- E toda cosa que los Bichos Alcaldes e Merinos e Escribanos e otros oficiales ficieren o mandaren o sentenciaren o juzgaren así en los Bichos pleitos ceviles como creminales e en el dicho lugar de Amaya e en sus términos e en todos los lugares de su jurisdicción e en sus términos de los sobredichos lugares de cada uno de los en su oficio, guardando e cumpliendo todavía la nuestra justicia e nuestro servicio e todo nuestro señorío, según dihco es, Yo lo he e habré por fuerte e firme e valedero agora e para siempre jamás.

4.- E otrosí, que non podades ser emplazados para ante ningún Alcalde nin Alcades todos los vezinos e moradores de dicho lugar de Amaya, nin los vezinos e moradores en los dichos lugares de la Bicha jurisdicción salvo para ante los dichos Alcaldes de Amaya, nin vayades a sus llamamientos e emplazamientos, salvo mostrandovos nuestras cartas de emplazamiento para que parezcades ante Mi o ante los mis Alcaldes e Notarios e Oidores de mi Audiencia.

5.-E mando a todos los vezinos e moradores de los dichos lugares de la dicha jurisdicción que recaudades e fagades recudir a los Alcaldes del dicho lugar de Amaya e de su jurisdicción con todos los derechos asi de pan como de vino e de maravedís que les pertenesce, así de la de Alcaldia como de la honor.

6.- E otrosí que vayades a sus emplazamientos e llamamientos de los dichos Alcaldes e Merinos, cada que por ellos o por cada uno dellos o por sus mensageros fueredes emplazados o llamados so pena de sesenta maravedís a cada uno por cada vegada.

7.- E mando e defiendo firmemente a todos los Merinos que agora son o serán de aquí adelante, que non entren en el dicho lugar de Amaya nin en sus términos, nin en los dichos lugares de la dicha jurisdicción nin en sus términos a merinear nin usar de oficio de Merino, nin puede prender nin prendar, emplazar nin embargar.   

8.- E otrosí, mando e defendo firmemente a todos los porteros que agora son o serán de aquí adelante, que non entren a portear nin a prender en el dicho lugar de Amaya nin en sus términos, ca mi mercedes que sea todo demandado ante los dichos mis Alcaldes de Amaya, e que guarden a cada uno su derecho.

9.-E otrosí, es mi merced que los que moraren en el dicho lugar de Amaya e tovieron labranza de un par de bueyes arriba que pague al Señor que tuviere el dicho lugar una fanega de cebada de tributo, e la viuda media fanega de cebada, salvo Clérigos e Alcaldes e Escribanos e Merinos e otros cualquier o cualesquier que criaren potro o tomaren rocín, ca estos es mi merced que non paguen el dicho tributo.

10.-E si alguno ficiere homecillo en el dicho lugar de Amaya o caloña, que pague por el homecillo sesenta maravedís, e por la caloña cuatro maravedís.

11.-E si algún caballero o escudero o labrador que morare en el dicho lugar Amaya comprare casas o otras cualesquier heredades que fueren pecheras en el dicho lugar de Amaya, que las den a contar a los contadores que el dicho Concejo pusiese e que pechen por ellas en todos mis pechos así en servicios e pedidos como en martiniega forera.

12.-E otrosí, es mi merced que los vecinos e moradores del dicho lugar de Amaya que no vayan a fonsado ni paguen fonsadera, nin portazgo, nin pasage, nin peage, nin oturas, nin mediduras, nin achaques, nin castillería, nin rodage, nin sortage, nin bracage, nin peage, nin asadura, nin meaja, nine otro tributo ninguno por lo que trajeren o llevaren los dichos vecinos e moradores de Amaya, quier  ellos o sus hombres, nine cualesquier ganados que mi merced es que anden salvos e seguros por todos los mis Reinos.

13.-E por esta mi carta mando a todos arrendadores e cogedores e otros cualesquier que por Mi o por ellos lo hubieran de recaudar que non prendan, nine tomen, nine demanden cosas alguna a los vecinos e moradores en el dicho lugar de Amaya, nine a sus hombres, nin a sus ganados por razón de todo lo susodicho.

E Yo por les facer bien e merced otorgolo e confirmoles esta franqueza e esta libertad e esta merced, así como de sosodicho es, e cualquier que les pasase contra merced que les Yo fago, pecharme hia mil maravedís de la moneda nueva e a ellos todo el dano. E mando que los Alcades e Merinos do se acaesciere, qun non consientan a ninguno que les pasen contra esto que Yo mando, e non fagan ende al por alguna manera, si non, a los cuerpos e a cuanto hobiesen me tornaría por ello, e desto les mandé dar esta mi carta sellada con mi sello de plomo colgado.

Dada en Burgos a diez días de Abril era de mil doscientos ochenta y cinco.

Yo Rui Marínez la fice escribir por mandato del Rey.

                             Rui Dias y Juan Peres

8.-ALFOZ DE AMAYA

Desde el año 860 en el que el Conde D. Rodrigo repobló Amaya, ésta dejó de ser capital de Cantabria y pasó a ser cabeza de una comarca. Fue lo que entonces se denominaba alfoz, es decir, cabeza de varios poblados que formaban una jurisdicción. Era el equivalente a nuestros partidos judiciales actuales.

El alfoz de Amaya coincidía, en sus límites occidentales, con el río Pisuerga, menos los pueblos de Castrillo, Zarzosa e Hinojal que pertenecían al alfoz de Monzón.

Pueblos actuales que pertenecían al Alfoz de Amaya:

Albacastro, Amaya, Barrio de San Felices, Cañizar de Amaya, Castrecías, Cuevas de Amaya, Guadilla de Villamar, Peones de Amaya, Puentes de Amaya, Quintanilla de Riofresno, La Rebolleda, Rebolledillo de la Orden, Rebolledo de la Torre, Rezmondo, Salazar de Amaya, San Quirce de Riopisuerga, Santa María Ananúñez, Sotresgudo, Tagarrosa, Valtierra de Albacastro, Villanueva de Odra y Villela.

Despoblados que se han localizado en el Alfoz de Amaya:

Barrialba (Herrera), Domo David (Rebolledillo de la Orden), Fresnedo (Amaya), Gornaz (Villela), Grajalejo (Villanueva de Odra), La Huelga (Puentes de Amaya), Monegro (Villela-Pozancos), Revendeje (Cuevas de Amaya), Royales (Rezmondo), San Andrés (Barrio de San Felices), San Bol (Rezmondo), San Cebrián de Riofresno (Sotresgudo), San Cristóbal (Sotresgudo), San Julián (Salazar de Amaya), San Martín (Salazar de Amaya), San Martín de Macora (Villanueva de Odra-Guadilla de Villamar), San Miguel (Peones de Amaya), San Miguel (Villanueva de Odra), San Pedro (Barrio de San Felices), San Salvador (Quintanilla de Riofresno = Fuentebendita), Santa Lucía (Cañizar de Amaya), Santa Olalla de Amaya (Amaya), Tábanos (Cuevas de Amaya), Tobilla (Albacastro), Baldebuniel (Salazar de Amaya), Valdelacal (La Rebolleda), Villamar (Guadilla de Villamar), Villanueva de Riofresno (Rezmondo), Villova (Rebolledo de la Torre) y la Viruela (Peones de Amaya).

9.- AMAYA Y EL CAMINO DE SANTIAGO

 Uno de los ramales antiguos que iba a Santiago venía de Pancorvo a Poza de la Sal y de Poza se internaba hasta Amaya. Desde aquí seguía por Sotresgudo, Barrio, Quintanilla, tierras de Guadilla, Royales, Olmos, Osorno y Frómista.

En el mencionado Royales, también llamado San Pedro de Royales, había un gran puente sobre el río Pisuerga. De él no queda más que un ojo y parte de otro. Desconozco la fecha de fabricación, pero según los lugareños, debió de ser destruido en la Guerra de la Independencia. Fue de suma importancia ya que los puentes más cercanos a este punto estaban uno en Melgar y otro en Herrera. Sirvió más tarde como paso del ganado de trashumancia.

Viejo camino olvidado.- Etapa Montorio – Aguila de Campóo

10.-DECADENCIA DE AMAYA

Prácticamente a partir de la reconquista, año 860, Amaya fue perdiendo su hegemonía y con ella vino su decadencia. Los árabes ya no llegaban en sus incursiones hasta estas tierras. Los castillos perdieron su protagonismo y su razón de ser pues ya no defendían a nadie. No obstante aún sigue viviendo en Amaya algún Señor que poco a poco va perdiendo su influencia en el resto de Castilla.

Veamos:

En el año 1.410 se habla de Pedro Sarmiento como Señor de Amaya y Peones.

En el año 1.542 figura como Señora de Amaya doña María Manuela Manrique, hija de D. Juan Manrique.

Los últimos señores de Amaya fueron los Orenses de Burgos, que eran Vizcondes de Amaya, D. Manuel de Orense fue el último señor, el año 1.697.

Desde ese año el pueblo pasa al olvido. Su castillo, que ya no tiene ninguna función se desmorona. La ciudad celtibérica se queda en un montón de piedras.

Amaya deja de ser Alfoz y pasa a ser demarcación diocesana de Burgos con el nombre de “Arciprestazgo de Campo”.

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Posteriormente en la época  de la reconquista con la repoblación  por Alfonso I (739-757) surge Bardulies, una región que después del año 883 se llamará Castilla; su centro geográfico y capital regional estuvo en Amaya e incluso, en la época medieval fue sede episcopal por un breve periodo de tiempo.

Fuente:  Revista “El rincón de Amaya”, editada por la asociación cultural “Peña Amaya”,

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