Martes 29.09.15
El diario montañés
“En las Loras se han hallado treinta asentamientos de la Edad del Bronce”
Una nueva publicación presentada ayer en el Ateneo revela que las fronteras de Cantabria llegaban hasta este punto del norte de Burgos
Rosa M. Ruiz
“El patrón de poblamiento de las Loras Burgalesas durante el Bronce final y la primera Edad del Hierro” es el título del libro que presentaron ayer en el Ateneo santanderino sus autores: Ignacio Ruiz Vélez, Ramón Bohigas y Alfonso Bourgon. Un estudio que recoge algunas de las conclusiones de las campañas de prospección arqueológica que se vienen realizando desde 2008 en el espacio físico de Las Loras, en el extremo occidental de la provincia de Burgos y la oriental de Palencia “que ya a identificado unos treinta asentamientos castreños”
Editado por la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, la publicación establece el modelo de poblamiento de los pueblos protohistóricos que habitaron esa zona de la frontera que conformó la Cantabria Antigua, porque tal y como señaló el catedrático de Historia y arqueólogo burgalés, Ignacia Ruiz Vélez, “gracias a estas investigaciones está muy claro donde llegan las fronteras de Cantabria y donde el resto”.
A raíz de estos trabajos se sabe que las condiciones ambientales y climatológicas en aquella zona eran bien distintas a las actuales, con más lluvia y humedad, que los ríos eran más caudalosos y, por tanto, la vegetación era mucho más abundante.
El modo de vida de sus moradores estaba relacionado fundamentalmente con la ganadería lo que les obligaba a salir en busca de pasto y a ocupar de forma temporal distintos castros.
Estos recintos, que tal y como recoge la publicación presentada ayer, estaban fortificados a veces con varias líneas de murallas, no se han encontrado restos de cabañas en su interior, de lo que se deduce que eran chozas provisionales confeccionadas con ramas y barro y cubiertas vegetales. Tampoco han aparecido restos cerámicos, aunque si se puede precisar que estaban en lugares más elevados, entre mil y mil cien metros de altitud, lo que significa que sus construcciones buscaban los mejores enclaves defensivos, el control visual y estratégico del territorio y, en ocasiones, la explotación de los recursos minerales existentes en la zona, principalmente en hierro.
Otros resultados
Tal y como explicó el periodista Alfonso Bourgon, licenciado en Geografía, arqueólogo y miembro del Instituto Sautuola, este libro es el primero de una trilogía en la que se irán publicando las investigaciones que se realizan en esta zona del norte de Burgos. Y es que los trabajos están obteniendo “unos espectaculares resultados”. “Este primer libro sólo recoge una parte de los casi 30 asentamientos castreños ya identificados, pero han aparecido además interesantes y sorprendentes vestigio relativos a otros momentos históricos como las Guerras Cántabras y la Alta Edad Media”.
“La evidencias que están apareciendo van a permitir reescribir el conocimiento que se tenía respecto a las primeras fases de la guerra contra los cántabros, pues todo apunta a que los grandes castros de Peña Amaya y La Ulaña pudieron tener un gran protagonismo y ofrecer resistencia al avance de las legiones en contra de lo que se creía”, explicaron ayer los autores.
En cuanto a los vestigios medievales, la aparición de los restos de más de una veintena de castillos inéditos, así como un eremitorio y varios despoblados, santuarios y necrópolis, “demuestran el gran desconocimiento científico que se tenía respecto a las características del poblamiento en la zona durante un periodo que se remonta a los orígenes de la fundación del condado independiente de Castilla”, concluye Ruiz Vélez.