Reproducimos a continuación un artículo copiado literalmente de internet en el que se recoge el espíritu entusiasta, corporativo y emprendedor de los vecinos de Congosto. Un ejemplo a seguir el que nos presenta este pueblo, que con sus propios medios, sin apenas ayudas civiles ni eclesiásticas han realizado una serie de mejoras en el pueblo, siendo la más significativa la restauración de su iglesia parroquial.
Congosto hoy es un pueblo vivo en el que sus cuatro convecinos y algunos simpatizantes han sabido demostrar que con ilusión y espíritu colaborativo se puede conseguir una convivencia agradable como lo atestiguan las diversas actividades que desarrollan a lo largo del año: recuperación de sus fiestas patronales, restauración de locales de uso común, limpieza de zonas y senderos de gran valor paisajístico como la senda de los Piscárdanos, excursiones, …
Desde esta líneas queremos felicitar a las personas que han hecho posible “el milagro” de Congosto a la par que expresamos la sana envidia que nos produce el ambiente participativo e ilusionante que reina en el pueblo.
El artículo extraído textualmente de web dice lo siguiente:
Congosto y la Chispa de la Motivación
Congosto es un pueblo perdido de Burgos que podía haber sido uno más de los muchos pueblos abandonados de España.
Durante los últimos 50 años estos pueblos fueron siendo abandonados, por sus vecinos y por las instituciones.
En el caso de Congosto, hace dos años nadie estaba dispuesto a hacer nada por salvar este pueblo con cuatro vecinos para recuperar su iglesia, era absurdo e ilógico «¿Para qué? si el pueblo se morirá cuando desaparezcan sus últimos moradores». Tan solo sus vecinos trataron sin éxito pedir ayuda a las instituciones para que no se terminase de caer su iglesia abandonada y saqueada. Pero nadie les escuchó ni les hizo caso, excepto un viajero que pasaba por allí.
Todos los que tenían relación con el pueblo, vecinos y emigrados, habían perdido la ilusión, la esperanza, el sueño de revivir la esencia de sus orígenes «¿Para qué? Nada se puede hacer. No merece la pena. Es imposible. Sin dinero no se puede hacer nada. Cada uno mira por lo suyo». La sociedad civil se había paralizado olvidando el poder de la voluntad de las personas para conseguir todo lo que se proponga con trabajo y esfuerzo.
Algo muy similar a lo que sucede en una España llena de egoísmo e insolidaria, paralizada y aborregada por las subvenciones de los políticos, donde la abrumadora burocracia legal y administrativa, pesa como una losa inmovilizando a la sociedad civil. Unas veces hay algunos que quieren hacer algo, y otros que «si pero» cuando haya dinero de subvenciones. Otras veces los primeros no hacen esperando a que los segundos se sumen para hacerlo todos juntos y por igual. Y otras veces, si hacían los primeros por su cuenta, a los segundos les parecía mal que lo hiciesen, ya que les colocaban en una situación incómoda. Y así seguía pasando el tiempo sin que nada se hiciese.
Y de repente, un día todo puede cambiar ¿Por qué?
La chispa de la motivación y el método
En los comienzos del reconocimiento oficial de la crisis económica española en los años 2010-11. En el comienzo de los recortes, el viajero que pasó por Congosto les expone que es mejor olvidarse de las subvenciones y de las ayudas institucionales, y luchar por salir adelante por sus propios medios. Las ayudas no llegarán y si lo hacen ya será tarde. Si se sigue esperando, el edificio de la iglesia y el pueblo entero se perderá. Solo con el propio esfuerzo y trabajo, más la generosidad y solidaridad de otras personas cercanas y amigos que se sumen a esta causa se puede salir adelante. Se les invitó y se les motivó a los vecinos a recordar sus orígenes, cuando había solidaridad, cuando con los trabajos comunales se hacían caminos, se cuidaban las fuentes, se ayudaban en el campo a los vecinos enfermos, se arreglaban sus edificios públicos, y tantas cosas más.
Para dar el gran paso del cambio, hacía falta algo, una chispa, una motivación, una ilusión, un objetivo que permitiese unificar las primeras voluntades para intentar algo que para casi todos parecía un reto imposible.
Y así empezó todo. Al principio fueron unos pocos, muy pocos, los que empezaron sin esperar a los demás. No se podía esperar. El que se quisiera unir era libre de hacerlo, y el que no se quisiera unir también era libre. Nadie reprocharía nada al que se mantenga al margen, pero sólo se les pedía una cosa «Que dejasen hacer a los que sí querían y que no pusieran obstáculos».
Lo difícil siempre es el primer paso, y lo que parecía imposible pasó. La chispa prendió y la noticia se disperso de boca en boca, por pueblos cercanos y llegó a muchos vecinos emigrados y familiares. También llegó a muchas personas que sin tener ninguna relación con el pueblo se unieron en esta demostración de solidaridad. Y hoy son muchos, cada vez más, y llegados de muy lejos, los que se han sumado a los Voluntarios por Congosto (VxC) para sacar adelante este proyecto.
Los periódicos locales se hicieron eco de la noticia. Las radios y televisiones regionales contribuyeron para difundir lo que en Congosto estaba sucediendo, para que todos tengan la evidencia de que hace más el que quiere que el que puede.
Hoy en Congosto de Burgos, después de dos años han cambiado mucho las cosas, y uno de los símbolos más representativos de este movimiento de solidaridad ha alcanzado su objetivo. La iglesia de San Pedro de Congosto que había sido abandonada y saqueada hasta quedarse en estado de ruina, ha sido restaurada, sus cubiertas, sus fachadas, su interior y su entorno. Pero además el pueblo está reconstruyendo su historia documentada, su entorno natural y sus fiestas perdidas. Incluso algunos de los edificios particulares derruidos están volviendo a ser reparados y recuperados.
Congosto como ejemplo
Lo sucedido en Congosto de Burgos tiene que ser un ejemplo para todas aquellas personas que aún mantienen la esperanza de que es posible cambiar las cosas. Nadie les dijo que fuese fácil, pero sí se les dijo que era posible. Como es posible hacer muchas más cosas de las que nos imaginamos.
Las personas, la sociedad, las empresas y las instituciones, viven momentos de desánimo y desesperanza: «Como ya no hay dinero no se puede hacer nada». Gran error. El dinero puede ser un complemento pero no el elemento esencial de ningún proyecto. Las personas han olvidado lo que son y lo que pueden. Lo más importante son las personas y su fuerza de voluntad para desear objetivos.
No hacen falta revoluciones para cambiar las cosas, solo hace falta la chispa de la motivación para alcanzar cualquier objetivo que nos propongamos.
La satisfacción y orgullo de todos los que han participado en este proyecto no se puede pagar ni con todo el oro del mundo.
(VxC)
Más información sobre Congosto en
http://iglesiacongosto.blogspot.comhttp://iglesiacongosto.blogspot.com
Alfiz (c) como entidad que ha colaborado desinteresadamente desde el comienzo de este fantástico y maravilloso proyecto, del cual nos sentimos tremendamente orgullosos.
Este artículo ha sido copiado textualmente de la web en el siguiente enlace:
www.alfiz.es/2013/11/congosto-y-la-chispa-de-la-motivacion.html